miércoles, 28 de abril de 2010

El Oro del Mariscal (Capitulo II)

Nos hicimos de ruta detrás de una poderosa leyenda que se extiende a lo largo de todo el territorio paraguayo: la de los tesoros enterrados, más conocida como Plata Yvyguy. Su historia se remite a los términos de la guerra contra la triple alianza, cuando muchas familias adineradas habrían enterrado sus pertenencias más valiosas a fin de resguardarlas. De allí también surge la leyenda del tesoro nacional, el cual habría sido enterrado en algún lugar del trayecto del ejército paraguayo hacia Cerro Cora.
La Volkswagen Touareg ha salido a recorrer el trayecto de Juan Bautista Delvalle, el entonces tesorero nacional, y sus míticas carretas cargadas de oro, en busca de historias, leyendas, versiones y con la esperanza de hallar el sitio donde habrían ido a parar los bienes de aquel Paraguay que iba muriendo.
En el programa anterior, empezamos el viaje siguiendo el camino de la novela histórica de Osvaldo Bergonzi, que nos llevó hasta las ciudades de Caacupé y Azcurra.

Las monedas en Paraguay

La posibilidad de la existencia de una gran reserva de oro en el tesoro nacional en tiempos de Francia y los López, así como la posesión de este metálico en grandes cantidades por parte de la población de ese tiempo divide aguas en la historiografía. La perdida de documentos durante la guerra, sobre todo, hace difícil saber con certeza el contenido y número del erario público, así como la cantidad de oro circulante en el país.
Debido a la falta de materia prima, maquinarias y gente especializada, la primera moneda nacional fue acuñada recién en 1845 por un decreto de Don Carlos Antonio López. Antes y durante la guerra de la triple alianza se utilizaron monedas de oro y plata cortadas en dos, cuatro y ocho partes, de origen hispanoamericano y europeo; algunos de los cuales eran resellados para obtener un cariz nacional.
Entre las monedas extranjeras de más valor, y más conocidas, estaba el Carlos IV, acuñada sobre oro, así como las libras esterlina de procedencia británica.


El Plata Yvyguy Rekaha

Sin duda entre los personajes que alimentan a la leyenda del “Plata Yvyguy”, se vuelve protagonista el “Plata Yvyguy rekaha”, el buscador de tesoros. Los mismos, han proliferado desde la culminación de la guerra grande, cuando empezaron a circular las versiones sobre tesoros portentosos enterrados por las familias acaudaladas y el gobierno. Hoy en día,los PlataYvyguy rekaha” siguen existiendo y no son pocos.

Los obsequios de López

Algunos hechos históricos que alimentaron la historia del oro del Paraguay de los López se produjeron durante el transcurso de la guerra. En 1866 las señoras de Asunción, obsequiaron al Mariscal una bandera bordada por ellas mismas, en oro, diamantes y rubíes; y cuya asta era de plata.
También le enviaron un álbum encuadernado en oro sólido y acomodado en una caja, con una estatua ecuestre encima. El libro de oro, como es conocido el obsequio, fue llevado al Brasil, luego devuelto en 1975. Finalmente habría sido secuestrado por un funcionario del gobierno del presidente Stroessner.
Nuevamente en el año 1868, López recibió presuntuosos obsequios que buscaban demostrar el apoyo a la causa nacional y a su conductor. Los regalos consistieron en una espada de honor y una corona de laurel fundida en oro. El puño de la espada estaba formado por un San Jorge y el dragón, todo de oro macizo, adornados con 23 brillantes y piedras preciosas. La vaina era de oro con arabescos en relieve. La envoltura y la presentación de la misma no se quedaban atrás en lujo. Esta espada se encuentra actualmente en el museo de Río de Janeiro.
Según el testimonio del Coronel George Thompson, las mujeres paraguayas, desde la más adinerada a la más pobre, poseían muchísimas joyas debido a que eran los únicos artículos de lujos importados. Así también, los regalos que hacían los paraguayos a sus novias consistían siempre en alhajas.
Otro hecho importante es también la entrega de las joyas de las Residentas, mujeres de todo el país, a la causa nacional en Isla Umbú. Estos hechos confirman de alguna manera la circulación de una importante cantidad de joyas y oro entre las familias paraguayas. Sin embargo, nos deja aun la duda acerca de lo que pudo haber quedado.

De tesoros y diplomáticos

Poco antes de la ocupación de Asunción, numerosas familias asuncenas, así como profesionales y habitantes extranjeros, ingleses, italianos y franceses, depositaron sus alhajas y dinero en metálico en las legaciones de Estados Unidos, Italia y Francia. Cuando los aliados desembarcaron, los brasileros no se dejaron intimidar por la inmunidad diplomática de dichas potencias y las saquearon, incluso ocuparon algunas de ellas.
Como si fuera poco, en la embajada italiana, el diplomático Lorenzo Chaperon habría secuestrado parte de los numerosos bienes, también parte de la depositada en la legación americana que estaba a su cargo por el cambio de embajadores. Según el testimonio del embajador norteamericano Wasburn, algunos prominentes como el viejo Solís, acaudalado español de quien se decía depositó joyas y diamantes por valor de 100 mil dólares, lo volvió a retirar de la legación al igual que otros, para depositarlo en un lugar más seguro, quizá para enterrarlo.

Devoluciones demoradas, pero en fin

Tras un largo viaje, de prolongada disputa diplomática, en 1926, durante el gobierno de Eligio Ayala, fueron devueltos los restos de las joyas paraguayas usurpadas por los brasileros durante la ocupación de la legación americana. Apenas un arcón sobrevivió. La misma fue reclamada por los Estados Unidos, a donde llegó finalmente, para luego ser devuelta al Paraguay. El mismo puede apreciarse hoy en el museo numismático del Banco Central, donde pueden verse joyas y utensilios de oro y plata. Para algunos historiadores esta es una prueba de la humilde posesión de metálicos de las familias, para otros, sin embargo, eso demuestra, precisamente, la abundancia de oro que había en Paraguay.

Otros presumibles destinos

El oro del Paraguay de Francia y de los López seguirá dando que hablar. Mientras, las carretas del tesoro nacional no dejan tampoco de generar conjeturas, tras cuyos pasos nos dirigimos.
Nos desviaremos brevemente del rumbo de las carretas de Juan Bautista del Valle en su marcha a Cerro Cora, para analizar otros posibles destinos del tesoro nacional.
Según la escritora e investigadora Josefina Pla, en vistas a la evacuación de Asunción, el gobierno habría dispuesto que con el mayor secreto, el tesoro nacional sea enviado a seis localidades distintas del interior; en cajones fuertemente sunchados y con consignaciones diferentes, remitidos a los jueces de Paz y párrocos locales.
Una nota de octubre de 1867 escrita por el jefe de milicias y el juez de paz de Caraguatay parece corroborar la versión en parte. El mismo, iba dirigido al Tesorero de entonces, General Don Saturnino Bedoya, luego fusilado en San Fernando. Hacía acuse de recibo de dos cajas que contenían varias alhajas de plata, con el fin de ser conservadas con la mayor seguridad, manteniendo el secreto de dicha remisión.
Habrían sido también destinados varios bultos y cajones herméticos, rotulados “Cartuchos de bala”, encaminados bajo custodia segura por el tesorero Bedoya a las autoridades de Piribebuy, Barrero Grande, San José de los Arroyos, Ajos, Valenzuela y Caraguatay. Su contenido es un misterio, pero no pocos señalan que formaban parte del tesoro nacional.
También según la versión que habla de la distribución del tesoro nacional a seis localidades del interior del País, San José de los arroyos habría sido uno de esos destinos. Esta localidad era en tiempos de la guerra, una de las más importantes del país. Aun en su casco urbano, pueden observarse numerosas construcciones antiguas, la mayoría del periodo independiente y republicano.
Como todo pueblo paraguayo que data del siglo XIX, San José cuenta con muchas historias y leyendas sobre tesoros enterrados. Y sus pobladores lo registran.

Atracción internacional


Dejando atrás al estereotípico campesino que iba detrás de apariciones, señales sobrenaturales y sueños, los buscadores modernos de tesoros hoy se han profesionalizado. Muchos han adaptado la tecnología y los conocimientos históricos para esta particular actividad.
Desde la finalización de la guerra, la historia de los tesoros enterrados ha desatado una especie de fiebre del oro en Paraguay, trayendo incluso a extranjeros en busca de la leyenda. Ya en 1882 una empresa francesa, liderada por Jean Brunner buscó el oro de los López, con resultado negativo.

Publicaciones que corroboraron descubrimientos

Según relata el investigador Carlos Pusineri Scala; el diario de la Tarde, en su edición del 28 de diciembre de 1904 publicó un suelto titulado “La riqueza oculta”. En él se relata que en la calle Ygatimi, entre Hernandarias y Colón, un grupo de obreros efectuaba una excavación al fin de colocar cimientos cuando se toparon con un cajón grande carcomido que contenía miles de monedas de oro. Los mismos dejaron la obra y se fugaron con su descubrimiento. Posteriormente en el mismo lugar se habrían descubierto algunos documentos enterrados y los vestigios de un viejo convento.
Elly Mercado de Vera recuerda en su libro sobre tesoros enterrados en Paraguay, que el 25 de abril de 1990, uno de los canales televisivos había dado a conocer el hallazgo de unas bolsas con monedas de oro enterradas en una casa sobre la calle Chile, de Asunción, por otros 2 obreros durante unos trabajos.
Debido a que la búsqueda del Plata Yvyguy está rodeada por un halo de misterio y de miedo, la mayoría de los buscadores se maneja de manera clandestina llegando a conformarse hoy una especie de sociedad secreta. Se dice que la mayoría de los que sacan algo, lo niegan debido a que corre la creencia que los tesoros encontrados bajo tierra pertenecen al Estado.

Más testimonios

En agosto de 1869, Francisco Solano López y su ejército se retiraban de su campamento en Azcurra. El 15 de ese mes, su retaguardia fue masacrada en Acosta Ñú. De allí, el ejército se dirigió a Caraguatay, donde tuvo un paso breve. Diez kilómetros antes de llegar a dicho lugar, en la ciudad de Isla Pucú, el buscador de tesoros Jorge Alonso, hermano de Víctor Alonso, encontró con un grupo de amigos algunas joyas enterradas. Las mismas, estaban en un atado de cuero que fue carcomido con el tiempo. Los vecinos les habían advertido que en el sitio se veían llamaradas de fuego, razón por la cual acudieron con sus buscadores de metales hasta el lugar.
Esta es una muestra de cómo las familias que huían con la caravana de López iban enterrando a lo largo de su marcha, sus pertenencias de más valor, con la esperanza de algún día recuperarlos.

La Batalla de Ytororõ

Traspasadas las defensas de Humaitá, dejando atrás territorio del Ñeembucú, el Mariscal López había instalado su cuartel en Ita Yvate, al sur de Villeta. Durante la campaña del Pikyrysy, como se conoce a la resistencia en estos lugares, una batalla adoptó ribetes legendarios: Ytororó. Es conocida como el paso de las termópilas del Paraguay, haciendo alusión a la contención llevada a cabo por el espartano Leónidas contra los persas en la antigüedad.
El general Bernardino Caballero junto al teniente coronel Valois Rivarola contuvieron por más de 5 horas en este desfiladero, defendiendo el único puente por el que podía ser atravesado, con apenas 3500 hombres a unos 18.000 soldados brasileños de todas las armas, comandados por el Mariscal Caxías.
Los brasileros habían desembarcado en San Antonio, y se dirigían rumbo al campamento de Ita Ybate. El ataque brasileño al puente Ytororo se produjo a las 6 de la mañana, mientras su Tercer Cuerpo de ejército se movilizaba con la intención de envolver a la defensa paraguaya a través de otro paso, cuyo camino equivocaron en más de una ocasión, facilitando la resistencia.
En los repetidos intentos, las fuerzas brasileñas fueron repelidas por la artillería paraguaya, y la caballería de Rivarola arremetía mortíferamente sobre los que se atrevían a cruzar. Varios jefes y oficiales brasileños que retaron el desfiladero cayeron muertos, mientras que la mayoría de los soldados que se replegaron sobre el puente al ser agredidos cayeron al barranco.
El mismo Caxias, encolerizado, bajó de la colina desde la cual dirigía la acción desenvainando la espada y gritando vivas al emperador. Su caballo cayó muerto a medio puente, así como sus acompañantes. Este hecho sin embargo, animó a sus hombres a cruzar la defensa. Caballero y su tropa, decidieron retirarse ante la inminente llegada del tercer cuerpo, que buscaba envolverlos.
Caxías sufrió 2.416 bajas, mientras los paraguayos perdieron a 317 hombres. En este mítico territorio, donde se desarrollara aquella gesta, nos adentraremos en busca de tesoros enterrados, no cotizados en oro, sino en valor histórico.
En las cercanías del sitio donde se desarrolló la batalla, Víctor Alonso y Francisco Domínguez desenterraron uno de los pocos “tesoros” documentados de que se tiene conocimiento.
El mismo está hoy expuesto en una vitrina de la “Mineoro de Brasil”, fabricante de los más importantes buscadores de metal del vecino país, del cual son representantes actualmente.

Tesoros Macateros


No es extraño que en la zona de Villeta, San Antonio, Ypane, Ytororo, sitios donde estuvieron acampando, principalmente los aliados, se descubran algunos entierros. Afirma Osvaldo Bergonzi, que numerosos comerciantes italianos al servicio de los aliados eran constantemente asaltados por los soldados brasileños, quienes borrachos buscaban saldar cuentas de juegos o pagar por mujeres. Por ello, estos “macateros” enterraban su oro y marcaban el lugar, y así como los nuestros, no todos volvieron a recuperarlos.
El coronel norteamericano Thompson comenta que tras la batalla de Curupayty, los soldados paraguayos recogieron de los muertos argentinos, que fueron recién pagados, una gran cantidad importante de libras esterlinas y relojes. Este hecho confirma la circulación de monedas de gran valor entre los aliados, muchos de los cuales también fueron a parar bajo tierra.

Mitos y leyendas

La leyenda por lo general habla de luces inexplicables que aparecen en la noche, resplandores fugaces, se habla de apariciones que custodian los entierros y los dan a conocer a los indicados, aquellos que reúnen las prendas morales precisas.
También se habla popularmente de un perro blanco sin cabeza que lo custodia, o incluso de cualquier animal blanco que desaparece en el lugar donde se halla el Plata Yvyguy. Los trabajos deben hacerse a la noche, según la creencia popular, y no debe haber malos pensamientos, como la codicia, entre quienes hacen el trabajo, pues el Plata Yvyguy puede mudar su ubicación.
Más recurrentemente se habla de arboles que se incendian en la noche. Esto último podría deberse a los gases expedidos por algunos metales preciosos y que son inflamables.

Ajos tiene historia qué contar

Las versiones señalan a Coronel Oviedo, antiguamente conocida como Ajos, como uno de los destinos del tesoro nacional. Numerosas leyendas sobre tesoros y gente que se enriqueció gracias a que encontró un entierro circulan entre los habitantes de esta ciudad.
La historia del Plata Yvyguy en esta ciudad se encuentra emparentada con otra antigua leyenda ovetense: sus supuestos túneles subterráneos. Allí, comentan algunos, pudieron haber sido escondidos algunos tesoros en los tiempos de la guerra, o en los tiempos de antiguos personajes acaudalados.
Este túnel cuyo origen y naturaleza, aun no ha podido ser explicado, estaría extendido en una red que va desde la parte trasera de la Iglesia, pasando por el edificio municipal para luego dirigirse a hacia la central de Copaco, y de allí a otros sitios de la ciudad.
Tomás Leli Micó realizó una investigación con el Intendente oventense de los años 70, José Segundo Decoud, y otros profesionales geólogos y algunos pobladores, llegando a concluir que probablemente las mismas, habrían servido para el aprovechamiento de algunos minerales apreciados.
Los pobladores con algunos años encima, quienes testimonian la existencia de dichos túneles, relacionan su construcción con alguna reducción Jesuítica que se desarrolló en el lugar y se perdió de los registros, ya que aparentemente los jesuitas no pisaron Ajos. Anteriormente las bocas de accesos de los mismos estaban abiertas, hasta que la ciudad creció y el mismo crecimiento urbanístico obligo a que los mismos sean tapados. Hace pocos años, en las afueras de la ciudad fue descubierto otro túnel, que llegó a ser fotografiado.
Varios de los edificios bajo los que transcurren los túneles de Coronel Oviedo, hoy sufren resquebrajaduras u otros problemas edilicios en su estructura, que aun no se ha podido explicar.

Los Varela

Por sobre todas las historias de tesoros enterrados en la antigua Ajos, con mayor fuerza ha sonado en la ciudad desde siglos pasados, la historia de Don Benito Varela. El mismo era antiguamente propietario de 30 leguas cuadradas en Ajos, así como de 50.000 cabezas de ganado. La leyenda histórica cuenta que por un disgusto con los López empaquetó sus siete cajones de caudales y los enterró yéndose a vivir lejos.
Hace unos 8 años, un descendiente de Varela obtuvo el permiso de la municipalidad para excavar la calle frente al edificio de la comuna, donde según los conocimientos transmitidos de generación en generación en su familia, habría sido enterrado el tesoro de Varela.
Don Benito Varela habría enterrado su tesoro, urgido de abandonar la ciudad por temor a ser fusilado por el joven general Francisco Solano López, a quien había desafiado públicamente, cuando el mismo había asumido la presidencia.
Sin embargo, algunos expertos señalan que los túneles de Coronel Oviedo no serían otra cosa que túneles naturales. La historia de los túneles no es originaria de Oviedo. Diversas ciudades, principalmente por donde marcaron su paso los Jesuitas y Franciscanos, tienen leyendas e historias de túneles que fueron construidos para escapar de los ataques indígenas, o para resguardar objetos de valor. Tomás Micó dice haber corroborada la existencia de algunos. Así podemos hallar historias similares en San Joaquín, Jesús y Trinidad, Yaguarón, incluso en Asunción.
En la capital, señala Hernán Candia, tuvo la posibilidad de detectar con aparatos electrónicos especiales, en diversos lugares de la urbe, espacios abiertos que podrían ser efectivamente túneles.
Otra jornada intensa tras los pasos del Oro del Mariscal se fue cerrando con la incertidumbre de haber encontrado o no el camino. Al otro día, marcharemos hacía San Estanislao de Kostka, escenario de traición y muerte a costa de la patria.

lunes, 26 de abril de 2010

El Oro del Mariscal (Capitulo I)

 

La guerra fue una tragedia interminable. El infranqueable fuerte de Humaitá cayó. Luego las líneas del Pikysyry y el Fuerte de Angostura; últimos obstáculos a los aliados para llegar hasta Asunción por agua.
La sangre de la esperanza bañó la tierra en la tremenda batalla de Lomas Valentinas, más no fue suficiente. El rostro de la fiera derrota era perceptible casi por completo. El Mariscal López decidió entonces ahorrarle el sufrimiento a los habitantes de la capital y tomó el camino hacia el este para la resistencia tratando de evitar Asunción.
La Guerra contra la Triple Alianza trajina un último y trágico año…Ya con el inminente arribo de los acorazados brasileños, en enero de 1869, por orden del Mariscal, el vicepresidente Sánchez enviaba un bando armado a la capital que declaraba a Asunción;  Plaza militar y ordenaba a todos sus habitantes la evacuación. Esa misma noche se produjo el traslado a Luque, la nueva capital.
Para la media noche, las familias empezaron a abandonar sus casas.

En las calles la gente marchaba como hormigas, con sus atados en la cabeza, rumbo a la recoleta; grafica Efraín Cardozo. En el apuro de ese abandono, las familias más pudientes guardaron sus fortunas, metal amonedado y joyas, en las representaciones de Italia, Francia y Estados Unidos. Otros, dueños de pequeñas cantidades de oro y plata las ocultaron como pudieron, empotrándolas en sus paredes y pisos, o enterrándolas en sus patios o lugares públicos.
Cuenta la leyenda que el tesoro nacional, de míticas y discutidas proporciones, marchó con las autoridades civiles, rumbo a la nueva capital. De allí en más su destino sería incierto, despertando cientos y miles de especulaciones y versiones sobre su final en distintas ciudades y sitios del interior del país.
La llegada de los aliados a la capital no le ahorró sufrimiento a la misma. Los robos, saqueos y violaciones se extendieron por cinco días y la búsqueda de aquellos tesoros enterrados produjo desmanes. Pocos volverían al reencuentro con sus entierros. Aquel 22 de febrero de 1868 empezaba a correr una de las más tradicionales leyendas nacionales: la de los tesoros enterrados, más conocida como Plata Yvyguy.
Hoy nos sumergimos en un territorio donde los límites de la leyenda y la historia se pierden en la niebla. Arrancamos nuestro recorrido por territorio de las Cordilleras, donde se empiezan a desplegar con más fuerza las historias de los tesoros ocultos del Mariscal. . . .

El “Plata Yvyguy” (Plata bajo tierra)

Los diversos aspectos de la leyenda del “Plata Yvyguy”, así como los elementos y circunstancias que lo crearon, facilitan un ambiente de mucha controversia en la historiografía. Deja abierta, de hecho,  muchas puertas, debido a la falta de documentaciones al respecto.
En primer lugar, siempre según la tradición, se debe diferenciar dos tipos de tesoros o entierros: los particulares o familiares, y los nacionales o pertenecientes al Estado. Los tesoros familiares son por lo general los pequeños entierros que hicieron en sus casas personas que huyeron con López de la invasión aliada o que fueron a la guerra. Los nacionales son aquellos asignados, según la leyenda, al tesoro nacional, llevado por López en su retirada y el cuál habría enterrado en algún lugar o pueblo, durante la marcha a Cerro Cora.
Otra difundida versión acerca del tesoro nacional habla de que habría sido distribuido a distintos pueblos del interior para su entierro, a fin de dificultar su captura por parte de los invasores. En base a estas versiones se tejen miles de historias, y por supuesto, cada ciudad del país tiene su propia versión.
Una tercera opinión, sin embargo,  es sostenida por muchos historiadores que afirman que no existiría un tesoro nacional enterrado. Otros, incluso niegan la posibilidad de entierros particulares. El principal argumento sostenido por estos, es que la circulación de grandes cantidades de oro en Paraguay es un mito, y que lo poco que el Estado pudo haber tenido lo gastó todo en los preparativos y en el transcurso de la guerra.
   
Juan Bautista del Valle

“El tesoro del Mariscal” es el título de una novela histórica escrita por Osvaldo Bergonzi. La misma tiene como personaje principal a Juan Bautista del Valle, quien habría sido el custodio del Tesoro Nacional desde el traslado de la capital a Luque en 1868. Del Valle fue uno de los hombres de mayor confianza de López, posición ganada como consecuencia de las demostraciones de patriotismo y lealtad exhibidos por el mismo, incluso antes de su incursión en la guerra.  
Juan Bautista del Valle era uno de los mejores becarios que envió Don Carlos Antonio López a Francia. Este, una vez iniciada la contienda prefirió dejar la comodidad de la legación paraguaya en París y volver al Paraguay para combatir en la guerra. Sin embargo, para llegar a su país debió asumir una odisea de 15.000 kilómetros, desde el ismo de Panamá, pues el ingreso por Brasil y el Río de la Plata le estaban bloqueados.
Del Valle se dirigió en carreta a través de calurosos territorios que rigen el Ecuador hasta el pacífico para navegar posteriormente hacia algún puerto boliviano o chileno, para posteriormente cruzar la fría cordillera de los Andes hasta Santa Cruz desde donde atravesó un caluroso desierto de 800 kilómetros hasta Corumba, para navegar nuevamente 700 kilómetros por el Río Paraguay hasta Paso Pucú y presentarse ante López. Esta hazaña le hizo ganarse el respeto de López, quién lo designo sucesor de Don Saturnino Bedoya, cuñado del Mariscal, quien, tras ser encontrado culpable de conspiración y robo en San Fernando fue fusilado.
Según la novela “El tesoro del Mariscal” y el testimonio de muchos combatientes que llegaron al Amambay, Del Valle fue desde entonces el fiero custodio del oro de Paraguay y en algún lugar de su trayecto, quizá en el Amambay, habría resguardado el bien nacional ante la llegada de los brasileños.
Debido a que esta es una de las pocas versiones documentadas con testimonios de importantes oficiales que llegaron a Cerro Cora, la Expedición siguió el rumbo imaginario trazado en esta novela por Bergonzi, siguiendo los pasos del mítico custodio del tesoro nacional Juan Bautista Del Valle y sus codiciadas carretas resguardadas con sus tropas de élite.

Departamento de Cordillera

El departamento de Cordillera es uno de los lugares que más fantasía ha despertado respecto al tesoro nacional. Ya en 1869 el argentino Lucio N. Mansilla encabezó una expedición en busca del oro aunque en forma infructuosa.
Tras el casi exterminio del ejército paraguayo en Lomas Valentinas, López se refugió en el departamento de Cordillera, convirtiendo sus elevaciones en un aliado. En enero de 1869 levantó su cuartel general en Azcurra, en las cercanías de Caacupé, y trasladó la capital a Piribebuy. En este lugar permaneció cinco meses. No existen registros del paso de Del Valle y el tesoro nacional por estos lugares, aunque su destino más probable pudo haber sido Piribebuy.

Azcurra

En Azcurra Francisco Solano López rearmó sus filas y logró formar nuevamente un ejército de 13.000 hombres. Para mayo, el Mariscal cubría los pasos de la cordillera, desde Altos hasta Valenzuela en un gran muro humano que le devolvía la seguridad en tiempo y espacio.
En Azcurra, la visita del representante norteamericano, el General Martin Mc Mahon, dio rienda suelta a otra leyenda relacionada con el oro: el tesoro del Mariscal.
El destino de la fortuna del Mariscal es otro gran misterio. Según la novela de Bergonzi, Mc Mahon visita a López en su cuartel para informarle que su gobierno le solicitó el retorno. La presencia de la legación norteamericana era de vital importancia para López, debido a que los aliados le tenían un considerable respeto al mismo tiempo de revitalizar la moral del ejército con las versiones de una posible intervención norteamericana a favor del Paraguay.
Mc Mahon, impresionado por la resistencia paraguaya y por la figura del Mariscal, habría asentido esperar hasta junio del 69, a pedido de Del Valle y de López. Según Bergonzi, el Mariscal le solicitó al diplomático que llevara y depositará una importante cantidad de onzas de oro, en bancos de París y Londres a nombre de Madame Linch, previendo su muerte y derrota. Así también, le envió dinero a su hijo Emiliano, quien vivía en Paris.
Algunas versiones hablan de que Mc Mahon había llevado 45 piezas colosales de equipaje en tres carretas al abandonar el Paraguay entre las que se encontraban siete cajones con objetos de valor en metálico, u oro. Previamente López también habría hecho un deposito en un banco escoses por medio de un ingeniero anglosajón que trabajaba para el gobierno. Esta versión sobre el destino del oro del Mariscal también ha generado una importante controversia histórica.

Monitoreo en Azcurra

Con un poco de ayuda de la tecnología, nos aventuramos en las abandonadas trincheras que resguardaron al ejército paraguayo en los elevados terrenos de Azcurra, en busca de alguna reliquia histórica. Tras casi una hora de búsqueda con el detector de metales, sin embargo, solo pudimos encontrar en dicho lugar un par de pequeños trozos de aluminio y hojalata, probablemente pertenecientes a latitas de cervezas o sardinas.
En el sitio hemos constatado, eso sí, el total estado de abandono en que se encuentran las trincheras de Azcurra ubicadas justo frente al lugar en donde pudo haber estado el refugio de López. Sin embargo, la vista panorámica de Azcurra invita a imaginar los aciagos días de la guerra y la incertidumbre ante la amenaza del enemigo.

Caacupé

Todo pueblo del interior tiene sus lugares emblemáticos  donde el Plata Yvyguy tiene vida de generación en generación. En Caacupé, la Iglesia se erige de manera importante, así también importantes arroyos y caminos históricos que lo rodean.
En el lugar pudimos realizar una investigación rápida de algunos lugares histórico que guardan relación con nuestro tema y hemos descubierto que se comenta bastante sobre el hallazgo de Plata Yvyguy, sobre todo en la década del sesenta, noventa años después de la guerra, en un arroyo conocido como Acã roysa (cabeza fresca).
La historia no escrita, contada de generación en generación habla de una mujer casi anciana que transitando por los barrancos del arroyo un día se topetó con un cántaro cargado de oro y plata “empotrado” en el lodo a la altura de la cabeza.
Otra historia del lugar da cuenta de un hallazgo famoso en donde dos amigos terminaron trágicamente con la muerte de uno de ellos por desavenencias en la distribución de lo hallado.
Caacupé, sin embargo entrega como relato más reciente, según los vecinos de la ciudad; la excavación infructuosa en el interior de la iglesia antigua del lugar por parte de parroquianos lugareños encabezados por el mismo arzobispo de Caacupé, que en su desmedida ambición estuvo a punto de derrumbar el edificio, al excavar justo al lado de uno de los pilares fundamentales del templo. Sorprendido por algunos pobladores, sin embargo, el cura paró su propósito.    
A poco de salir de Caacupé tomamos un viejo camino de tierra que lo une con Piribebuy, en busca de rastros históricos del tesoro nacional. El camino se inicia en la ruta 2 poco antes de salir de Caacupé junto a un arroyo sobre el que se encuentra un puente. La vía de comunicación se inicia con buen piso para convertirse posteriormente en las cercanías del arroyo Ytu en un camino poco más que intransitable.

Piribebuy

Tras una hora de navegación a los mandos de la Volkswagen Touareg, arribamos a la legendaria e histórica ciudad de Piribebuy. Arboledas otoñales, edificios nuevos y un asfalto que se adentra en sus entrañas la delata como una ciudad que si bien representa el pasado y la historia de nuestro país, también es protagonista del presente de un país en crecimiento.   
Fundada alrededor de los años 1.750 al 1.760, en un principio fue un lugar de descanso para carreteros que viajaban a las ciudades de Yhu, Caaguazú, San Joaquín y otros. Habiendo cumplido un  importante papel el paso de los franciscanos en la conformación urbanística de la ciudad.
El noventa por ciento de sus habitantes se dedica a la agricultura minifundiaria. Los numerosos arroyos y saltos que la rodean, la convierten en un concurrido destino turístico y balneario cada verano. 
El centro urbano es donde se asientan la mayoría de los edificios históricos, y es donde se desarrollaron los más importantes episodios que la hicieron protagonista durante la campaña de las cordilleras, durante la guerra contra la triple alianza.  

La resistencia de Piribebuy

Con la llegada de López a las Cordilleras, Piribebuy se convirtió en capital provisoria de la república. El 11 de abril de 1869 los aliados cercaron la ciudad, y el Conde de Eu envió un ultimátum al jefe de plaza, Pedro Pablo Caballero, quien le contestó: “estoy aquí para pelear, y si es necesario morir, pero no para rendirme”.
Los defensores sumaban 1.600 hombres mal armados y postrados por falta de alimento, en más de dos kilómetros de trincheras. Los atacantes avanzaban con 20.000 soldados de todas las armas con 30 piezas de artillería.
En la mañana del 12 de abril, se materializaba el ataque aliado. Batallones de infantería brasileños con bayonetas caladas en mano se lanzaron a las trincheras, siendo rechazados en diversas ocasiones. No tardaría sin embargo en rebasar las defensas y llegar hasta la plaza de la ciudad.
Con los brasileños ya en la plaza de Piribebuy, se produjo un hecho insólito en la historia de las guerras; los aliados se vieron enfrentados por una multitud de mujeres y niños con palos, agua hirviendo, botellas, tijeras y piedras que prolongaron la resistencia por cinco horas más.
Entonces Piribebuy fue vencida. En medio de la confusa batalla, fue muerto el general brasileño Juan Manuel Mena Barreto, importante referente del ejército imperial y amigo intimo del Conde de Eu, que motivo la atroz represalia que vendría luego. Todos los prisioneros de guerra fueron degollados.
Quienes pasaron por Piribebuy luego de la batalla, contaron que las paredes del incendiado hospital se encontraban aun pedazos de piel de los enfermos que, en su desesperación, se estrellaban contra los muros. El sitio en el que se ubicaba el hospital, está ocupado hoy por un mural que recuerda aquellos días.

“Resurgirá el Paraguay”

Siendo Piribebuy capital de la república, estuvo habitada por las más importantes figuras políticas y administrativas que habían dejado Asunción. En muchas de las casas que rodeaban la plaza y sus cercanías, la mayoría ya no existen, residieron personalidades como el Vicepresidente Sánchez. En una de las esquinas de la plaza flameaba la bandera norteamericana, con la presencia del general Martin Mc Mahon.
En otra casa, ya derrumbada, Madame Linch había recibió del Gral. Mc Mahon, un álbum escrito con la famosa Oda “Resurgirá el Paraguay”, redactada por el mismo, como gesto de su aprecio y fe en el Paraguay.

Saqueo inventariado

Francisco Solano López había mandado reunir el tesoro de las iglesias, junto al tesoro del estado y el archivo nacional, uno de los más ricos de América, en Piribebuy para ser resguardado. Tras el trágico episodio del 12 de abril, los brasileños iniciaron un saqueo sin precedentes, que incluso fue inventariado por los mismos, en una extraña actitud.
En este inventario que obra en poder de los mismos hasta la fecha, se registra, entre otras cosas, el siguiente listado:

Cajón número 1:                             5.946 pesos de diversos cuños y otras dos similares.
El cajón 4 y 5:                                    8 y 6,7 arrobas de monedas de plata en pedazos, respectivamente.
El cajón 6:                                           226.824 pesos brasileros.

 A la lista le sigue una cuantiosa cantidad de ornamentos y relicarios religiosos, en su mayoría de plata, de diversos tamaños y pesos.
Este hecho documentado certifica la existencia de un tesoro nacional, y por otra parte abre numerosas incógnitas. ¿Se perdió en Piribebuy todo el tesoro nacional o logró salvarse a tiempo parte del mismo? ¿El tesoro nacional estaba conformado solo por platería? ¿Qué pasó con el oro? ¿Existió el oro, que marchó con las carretas de Del Valle, o jamás existieron dichas riquezas, como afirman algunos historiadores?

Numerosos testimonios de la época concuerdan en que hasta mucho después de Piribebuy, las misteriosas carretas seguían la marcha de López. Nosotros seguimos camino en busca de respuestas.

Chololó: crespúsculo, belleza y descanso

Nuestra ardua jornada no ha dado los frutos esperados, por ello, nos vemos obligados buscar un nuevo destino donde poder encontrar algún tesoro de valor histórico o metálico. Para finalizar el día, elegimos un lugar emblemático de Piribebuy para tomar descanso. Ícono de esta ciudad balnearia y privilegiada con una obra maestra de la naturaleza: Chololó.
Ubicada en las cercanías del departamento de Paraguarí, sobre la ruta que une dicho distrito con Piribebuy, Chololó es uno de los mejores destinos turísticos del país. A pocos kilómetros de la capital, con un fácil acceso, precios económicos, y una belleza perenne.
El relajante sonido del arroyo que cruza este hotel balneario, que va rompiendo su curso en diversos chorros que forman postales, es complementado por una importante infraestructura de hospedaje y restaurante que pueden brindar un agradable fin de semana o incluso unas reconfortantes vacaciones familiares..