lunes, 26 de abril de 2010

El Oro del Mariscal (Capitulo I)

 

La guerra fue una tragedia interminable. El infranqueable fuerte de Humaitá cayó. Luego las líneas del Pikysyry y el Fuerte de Angostura; últimos obstáculos a los aliados para llegar hasta Asunción por agua.
La sangre de la esperanza bañó la tierra en la tremenda batalla de Lomas Valentinas, más no fue suficiente. El rostro de la fiera derrota era perceptible casi por completo. El Mariscal López decidió entonces ahorrarle el sufrimiento a los habitantes de la capital y tomó el camino hacia el este para la resistencia tratando de evitar Asunción.
La Guerra contra la Triple Alianza trajina un último y trágico año…Ya con el inminente arribo de los acorazados brasileños, en enero de 1869, por orden del Mariscal, el vicepresidente Sánchez enviaba un bando armado a la capital que declaraba a Asunción;  Plaza militar y ordenaba a todos sus habitantes la evacuación. Esa misma noche se produjo el traslado a Luque, la nueva capital.
Para la media noche, las familias empezaron a abandonar sus casas.

En las calles la gente marchaba como hormigas, con sus atados en la cabeza, rumbo a la recoleta; grafica Efraín Cardozo. En el apuro de ese abandono, las familias más pudientes guardaron sus fortunas, metal amonedado y joyas, en las representaciones de Italia, Francia y Estados Unidos. Otros, dueños de pequeñas cantidades de oro y plata las ocultaron como pudieron, empotrándolas en sus paredes y pisos, o enterrándolas en sus patios o lugares públicos.
Cuenta la leyenda que el tesoro nacional, de míticas y discutidas proporciones, marchó con las autoridades civiles, rumbo a la nueva capital. De allí en más su destino sería incierto, despertando cientos y miles de especulaciones y versiones sobre su final en distintas ciudades y sitios del interior del país.
La llegada de los aliados a la capital no le ahorró sufrimiento a la misma. Los robos, saqueos y violaciones se extendieron por cinco días y la búsqueda de aquellos tesoros enterrados produjo desmanes. Pocos volverían al reencuentro con sus entierros. Aquel 22 de febrero de 1868 empezaba a correr una de las más tradicionales leyendas nacionales: la de los tesoros enterrados, más conocida como Plata Yvyguy.
Hoy nos sumergimos en un territorio donde los límites de la leyenda y la historia se pierden en la niebla. Arrancamos nuestro recorrido por territorio de las Cordilleras, donde se empiezan a desplegar con más fuerza las historias de los tesoros ocultos del Mariscal. . . .

El “Plata Yvyguy” (Plata bajo tierra)

Los diversos aspectos de la leyenda del “Plata Yvyguy”, así como los elementos y circunstancias que lo crearon, facilitan un ambiente de mucha controversia en la historiografía. Deja abierta, de hecho,  muchas puertas, debido a la falta de documentaciones al respecto.
En primer lugar, siempre según la tradición, se debe diferenciar dos tipos de tesoros o entierros: los particulares o familiares, y los nacionales o pertenecientes al Estado. Los tesoros familiares son por lo general los pequeños entierros que hicieron en sus casas personas que huyeron con López de la invasión aliada o que fueron a la guerra. Los nacionales son aquellos asignados, según la leyenda, al tesoro nacional, llevado por López en su retirada y el cuál habría enterrado en algún lugar o pueblo, durante la marcha a Cerro Cora.
Otra difundida versión acerca del tesoro nacional habla de que habría sido distribuido a distintos pueblos del interior para su entierro, a fin de dificultar su captura por parte de los invasores. En base a estas versiones se tejen miles de historias, y por supuesto, cada ciudad del país tiene su propia versión.
Una tercera opinión, sin embargo,  es sostenida por muchos historiadores que afirman que no existiría un tesoro nacional enterrado. Otros, incluso niegan la posibilidad de entierros particulares. El principal argumento sostenido por estos, es que la circulación de grandes cantidades de oro en Paraguay es un mito, y que lo poco que el Estado pudo haber tenido lo gastó todo en los preparativos y en el transcurso de la guerra.
   
Juan Bautista del Valle

“El tesoro del Mariscal” es el título de una novela histórica escrita por Osvaldo Bergonzi. La misma tiene como personaje principal a Juan Bautista del Valle, quien habría sido el custodio del Tesoro Nacional desde el traslado de la capital a Luque en 1868. Del Valle fue uno de los hombres de mayor confianza de López, posición ganada como consecuencia de las demostraciones de patriotismo y lealtad exhibidos por el mismo, incluso antes de su incursión en la guerra.  
Juan Bautista del Valle era uno de los mejores becarios que envió Don Carlos Antonio López a Francia. Este, una vez iniciada la contienda prefirió dejar la comodidad de la legación paraguaya en París y volver al Paraguay para combatir en la guerra. Sin embargo, para llegar a su país debió asumir una odisea de 15.000 kilómetros, desde el ismo de Panamá, pues el ingreso por Brasil y el Río de la Plata le estaban bloqueados.
Del Valle se dirigió en carreta a través de calurosos territorios que rigen el Ecuador hasta el pacífico para navegar posteriormente hacia algún puerto boliviano o chileno, para posteriormente cruzar la fría cordillera de los Andes hasta Santa Cruz desde donde atravesó un caluroso desierto de 800 kilómetros hasta Corumba, para navegar nuevamente 700 kilómetros por el Río Paraguay hasta Paso Pucú y presentarse ante López. Esta hazaña le hizo ganarse el respeto de López, quién lo designo sucesor de Don Saturnino Bedoya, cuñado del Mariscal, quien, tras ser encontrado culpable de conspiración y robo en San Fernando fue fusilado.
Según la novela “El tesoro del Mariscal” y el testimonio de muchos combatientes que llegaron al Amambay, Del Valle fue desde entonces el fiero custodio del oro de Paraguay y en algún lugar de su trayecto, quizá en el Amambay, habría resguardado el bien nacional ante la llegada de los brasileños.
Debido a que esta es una de las pocas versiones documentadas con testimonios de importantes oficiales que llegaron a Cerro Cora, la Expedición siguió el rumbo imaginario trazado en esta novela por Bergonzi, siguiendo los pasos del mítico custodio del tesoro nacional Juan Bautista Del Valle y sus codiciadas carretas resguardadas con sus tropas de élite.

Departamento de Cordillera

El departamento de Cordillera es uno de los lugares que más fantasía ha despertado respecto al tesoro nacional. Ya en 1869 el argentino Lucio N. Mansilla encabezó una expedición en busca del oro aunque en forma infructuosa.
Tras el casi exterminio del ejército paraguayo en Lomas Valentinas, López se refugió en el departamento de Cordillera, convirtiendo sus elevaciones en un aliado. En enero de 1869 levantó su cuartel general en Azcurra, en las cercanías de Caacupé, y trasladó la capital a Piribebuy. En este lugar permaneció cinco meses. No existen registros del paso de Del Valle y el tesoro nacional por estos lugares, aunque su destino más probable pudo haber sido Piribebuy.

Azcurra

En Azcurra Francisco Solano López rearmó sus filas y logró formar nuevamente un ejército de 13.000 hombres. Para mayo, el Mariscal cubría los pasos de la cordillera, desde Altos hasta Valenzuela en un gran muro humano que le devolvía la seguridad en tiempo y espacio.
En Azcurra, la visita del representante norteamericano, el General Martin Mc Mahon, dio rienda suelta a otra leyenda relacionada con el oro: el tesoro del Mariscal.
El destino de la fortuna del Mariscal es otro gran misterio. Según la novela de Bergonzi, Mc Mahon visita a López en su cuartel para informarle que su gobierno le solicitó el retorno. La presencia de la legación norteamericana era de vital importancia para López, debido a que los aliados le tenían un considerable respeto al mismo tiempo de revitalizar la moral del ejército con las versiones de una posible intervención norteamericana a favor del Paraguay.
Mc Mahon, impresionado por la resistencia paraguaya y por la figura del Mariscal, habría asentido esperar hasta junio del 69, a pedido de Del Valle y de López. Según Bergonzi, el Mariscal le solicitó al diplomático que llevara y depositará una importante cantidad de onzas de oro, en bancos de París y Londres a nombre de Madame Linch, previendo su muerte y derrota. Así también, le envió dinero a su hijo Emiliano, quien vivía en Paris.
Algunas versiones hablan de que Mc Mahon había llevado 45 piezas colosales de equipaje en tres carretas al abandonar el Paraguay entre las que se encontraban siete cajones con objetos de valor en metálico, u oro. Previamente López también habría hecho un deposito en un banco escoses por medio de un ingeniero anglosajón que trabajaba para el gobierno. Esta versión sobre el destino del oro del Mariscal también ha generado una importante controversia histórica.

Monitoreo en Azcurra

Con un poco de ayuda de la tecnología, nos aventuramos en las abandonadas trincheras que resguardaron al ejército paraguayo en los elevados terrenos de Azcurra, en busca de alguna reliquia histórica. Tras casi una hora de búsqueda con el detector de metales, sin embargo, solo pudimos encontrar en dicho lugar un par de pequeños trozos de aluminio y hojalata, probablemente pertenecientes a latitas de cervezas o sardinas.
En el sitio hemos constatado, eso sí, el total estado de abandono en que se encuentran las trincheras de Azcurra ubicadas justo frente al lugar en donde pudo haber estado el refugio de López. Sin embargo, la vista panorámica de Azcurra invita a imaginar los aciagos días de la guerra y la incertidumbre ante la amenaza del enemigo.

Caacupé

Todo pueblo del interior tiene sus lugares emblemáticos  donde el Plata Yvyguy tiene vida de generación en generación. En Caacupé, la Iglesia se erige de manera importante, así también importantes arroyos y caminos históricos que lo rodean.
En el lugar pudimos realizar una investigación rápida de algunos lugares histórico que guardan relación con nuestro tema y hemos descubierto que se comenta bastante sobre el hallazgo de Plata Yvyguy, sobre todo en la década del sesenta, noventa años después de la guerra, en un arroyo conocido como Acã roysa (cabeza fresca).
La historia no escrita, contada de generación en generación habla de una mujer casi anciana que transitando por los barrancos del arroyo un día se topetó con un cántaro cargado de oro y plata “empotrado” en el lodo a la altura de la cabeza.
Otra historia del lugar da cuenta de un hallazgo famoso en donde dos amigos terminaron trágicamente con la muerte de uno de ellos por desavenencias en la distribución de lo hallado.
Caacupé, sin embargo entrega como relato más reciente, según los vecinos de la ciudad; la excavación infructuosa en el interior de la iglesia antigua del lugar por parte de parroquianos lugareños encabezados por el mismo arzobispo de Caacupé, que en su desmedida ambición estuvo a punto de derrumbar el edificio, al excavar justo al lado de uno de los pilares fundamentales del templo. Sorprendido por algunos pobladores, sin embargo, el cura paró su propósito.    
A poco de salir de Caacupé tomamos un viejo camino de tierra que lo une con Piribebuy, en busca de rastros históricos del tesoro nacional. El camino se inicia en la ruta 2 poco antes de salir de Caacupé junto a un arroyo sobre el que se encuentra un puente. La vía de comunicación se inicia con buen piso para convertirse posteriormente en las cercanías del arroyo Ytu en un camino poco más que intransitable.

Piribebuy

Tras una hora de navegación a los mandos de la Volkswagen Touareg, arribamos a la legendaria e histórica ciudad de Piribebuy. Arboledas otoñales, edificios nuevos y un asfalto que se adentra en sus entrañas la delata como una ciudad que si bien representa el pasado y la historia de nuestro país, también es protagonista del presente de un país en crecimiento.   
Fundada alrededor de los años 1.750 al 1.760, en un principio fue un lugar de descanso para carreteros que viajaban a las ciudades de Yhu, Caaguazú, San Joaquín y otros. Habiendo cumplido un  importante papel el paso de los franciscanos en la conformación urbanística de la ciudad.
El noventa por ciento de sus habitantes se dedica a la agricultura minifundiaria. Los numerosos arroyos y saltos que la rodean, la convierten en un concurrido destino turístico y balneario cada verano. 
El centro urbano es donde se asientan la mayoría de los edificios históricos, y es donde se desarrollaron los más importantes episodios que la hicieron protagonista durante la campaña de las cordilleras, durante la guerra contra la triple alianza.  

La resistencia de Piribebuy

Con la llegada de López a las Cordilleras, Piribebuy se convirtió en capital provisoria de la república. El 11 de abril de 1869 los aliados cercaron la ciudad, y el Conde de Eu envió un ultimátum al jefe de plaza, Pedro Pablo Caballero, quien le contestó: “estoy aquí para pelear, y si es necesario morir, pero no para rendirme”.
Los defensores sumaban 1.600 hombres mal armados y postrados por falta de alimento, en más de dos kilómetros de trincheras. Los atacantes avanzaban con 20.000 soldados de todas las armas con 30 piezas de artillería.
En la mañana del 12 de abril, se materializaba el ataque aliado. Batallones de infantería brasileños con bayonetas caladas en mano se lanzaron a las trincheras, siendo rechazados en diversas ocasiones. No tardaría sin embargo en rebasar las defensas y llegar hasta la plaza de la ciudad.
Con los brasileños ya en la plaza de Piribebuy, se produjo un hecho insólito en la historia de las guerras; los aliados se vieron enfrentados por una multitud de mujeres y niños con palos, agua hirviendo, botellas, tijeras y piedras que prolongaron la resistencia por cinco horas más.
Entonces Piribebuy fue vencida. En medio de la confusa batalla, fue muerto el general brasileño Juan Manuel Mena Barreto, importante referente del ejército imperial y amigo intimo del Conde de Eu, que motivo la atroz represalia que vendría luego. Todos los prisioneros de guerra fueron degollados.
Quienes pasaron por Piribebuy luego de la batalla, contaron que las paredes del incendiado hospital se encontraban aun pedazos de piel de los enfermos que, en su desesperación, se estrellaban contra los muros. El sitio en el que se ubicaba el hospital, está ocupado hoy por un mural que recuerda aquellos días.

“Resurgirá el Paraguay”

Siendo Piribebuy capital de la república, estuvo habitada por las más importantes figuras políticas y administrativas que habían dejado Asunción. En muchas de las casas que rodeaban la plaza y sus cercanías, la mayoría ya no existen, residieron personalidades como el Vicepresidente Sánchez. En una de las esquinas de la plaza flameaba la bandera norteamericana, con la presencia del general Martin Mc Mahon.
En otra casa, ya derrumbada, Madame Linch había recibió del Gral. Mc Mahon, un álbum escrito con la famosa Oda “Resurgirá el Paraguay”, redactada por el mismo, como gesto de su aprecio y fe en el Paraguay.

Saqueo inventariado

Francisco Solano López había mandado reunir el tesoro de las iglesias, junto al tesoro del estado y el archivo nacional, uno de los más ricos de América, en Piribebuy para ser resguardado. Tras el trágico episodio del 12 de abril, los brasileños iniciaron un saqueo sin precedentes, que incluso fue inventariado por los mismos, en una extraña actitud.
En este inventario que obra en poder de los mismos hasta la fecha, se registra, entre otras cosas, el siguiente listado:

Cajón número 1:                             5.946 pesos de diversos cuños y otras dos similares.
El cajón 4 y 5:                                    8 y 6,7 arrobas de monedas de plata en pedazos, respectivamente.
El cajón 6:                                           226.824 pesos brasileros.

 A la lista le sigue una cuantiosa cantidad de ornamentos y relicarios religiosos, en su mayoría de plata, de diversos tamaños y pesos.
Este hecho documentado certifica la existencia de un tesoro nacional, y por otra parte abre numerosas incógnitas. ¿Se perdió en Piribebuy todo el tesoro nacional o logró salvarse a tiempo parte del mismo? ¿El tesoro nacional estaba conformado solo por platería? ¿Qué pasó con el oro? ¿Existió el oro, que marchó con las carretas de Del Valle, o jamás existieron dichas riquezas, como afirman algunos historiadores?

Numerosos testimonios de la época concuerdan en que hasta mucho después de Piribebuy, las misteriosas carretas seguían la marcha de López. Nosotros seguimos camino en busca de respuestas.

Chololó: crespúsculo, belleza y descanso

Nuestra ardua jornada no ha dado los frutos esperados, por ello, nos vemos obligados buscar un nuevo destino donde poder encontrar algún tesoro de valor histórico o metálico. Para finalizar el día, elegimos un lugar emblemático de Piribebuy para tomar descanso. Ícono de esta ciudad balnearia y privilegiada con una obra maestra de la naturaleza: Chololó.
Ubicada en las cercanías del departamento de Paraguarí, sobre la ruta que une dicho distrito con Piribebuy, Chololó es uno de los mejores destinos turísticos del país. A pocos kilómetros de la capital, con un fácil acceso, precios económicos, y una belleza perenne.
El relajante sonido del arroyo que cruza este hotel balneario, que va rompiendo su curso en diversos chorros que forman postales, es complementado por una importante infraestructura de hospedaje y restaurante que pueden brindar un agradable fin de semana o incluso unas reconfortantes vacaciones familiares..

2 comentarios:

OSPER dijo...

Linda historia pero 12 de Agosto era no 12 de Abril Gracias

Unknown dijo...

Bella historia muy interesante